El concepto de alma joven no es algo a lo que se haga referencia con frecuencia en la vida diaria. Más bien se trata de una acepción encuadrada dentro de los estudios sobre la parte espiritual del ser humano.
Es una noción que se contrapone a la de alma vieja. Ambas hacen alusión a la temporalidad (mayor o menor antigüedad) y experiencias acumuladas por el alma de una persona. Es lo que da lugar a esencia de un ser humano, ese soplo de vida o aliento del que el cuerpo únicamente es el envoltorio.
Saber si eres un alma joven
El alma y la reencarnación
Alma es una palabra cuyo significado hay que buscar en lugares alejados de las explicaciones científicas. Desde tiempos antiguos, en determinadas creencias o religiones, se entendía como alma la parte espiritual de una persona, es decir, la parte separada del cuerpo (parte material) y que trasciende al mismo una vez que este muere. Por ello, se cree, siguiendo la teoría de la reencarnación, que el alma puede continuar su viaje, misión o destino una vez que desaparece el cuerpo que la alberga. Para ello únicamente debe alojarse en un nuevo ser.
Esta no es una idea nueva. En múltiples culturas antiguas ya destacaba esa posibilidad. Ejemplos son los aztecas que creían en la pervivencia de las almas en la luz (despojadas del cuerpo que las albergaba) bajo la forma de Huitzilopochtli. También la antigua sabiduría egipcia hace mención a una especie de purgatorio, el Aduat. Allí los hombres debían pasar una prueba para alcanzar una existencia más elevada en un mundo perfecto (el de Amón) o volver a la Tierra.
A lo largo de toda la historia pueden hallarse multitud de semejanzas en este sentido en religiones, sectas o creencias alejadas en tiempo y espacio. Pero donde puede decirse que el concepto de la reencarnación alcanza su máxima expresión es en el hinduismo. Los preceptos de esta religión originaria de la India concluyen que en el mundo todo se reencarna. Todo vuelve a vivir.
En la actualidad, la propia vida cotidiana llena de progresos científicos y tecnológicos a veces nos aleja de esta otra parte intangible que nos forma. Por eso, son cuestiones escasamente tratadas fuera de determinados círculos o estudios. Y, por ello, quizás el tiempo que nos está tocando vivir es una época poco proclive al contacto con estos sentidos que nos vuelven hacia el interior de nosotros mismos.
Pero el hecho de que la ciencia no vuelque sus esfuerzos en estas temáticas no las hace menos reales o de importancia menor. Debemos dedicar individualmente esfuerzos personales para intentar conocer y entender mejor aquello que nos forma y nos sostiene por dentro. Aquello que nos hace ser como somos, sentir, pensar y ver de una determinada manera.
Es comúnmente aceptado que una persona es como es por sus circunstancias. Con esta afirmación se quiere explicar que las vivencias marcan a una persona. Pero ¿qué hay de las vivencias que forman parte de otros pasados de esa alma que ahora está en ese cuerpo?
Quizás ahí sea donde haya que buscar explicación a esos recuerdos a los que no encontramos ubicación, a esas querencias por determinadas épocas sin explicación aparente o a ese déjà vu que nos deja con una extraña sensación.
¿Cómo saber qué tipo de alma eres?
Partiendo de la inmortalidad del alma y de su continuada instalación en diferentes soportes físicos es como podemos entender que hay almas jóvenes y almas viejas.
Un alma vieja
Cuando un alma lleva mucho tiempo en la tierra enfrentada a distintas vidas tiene algunas particularidades que pueden explicar muchas circunstancias o comportamientos. A menudo esa alma es más consciente de sí misma y de su espiritualidad. Esto es por el camino que ha recorrido a lo largo de todas sus vidas. No necesita tanto el mundo exterior sino volcarse hacia su interior y enseñar todo lo que ha aprendido y aprehendido.
Las personas que albergan estas almas suelen ser consideradas a veces como solitarias, raras o incluso antipáticas por su alto nivel de introversión. Tienen muy clara su visión de la vida y les gusta vivir fieles a sus creencias y convicciones.
Un alma vieja o antigua ha ido evolucionando poco a poco a medida que iba pasando por distintos estadios terrenales.
Un alma joven
Puede tratarse de un alma que no ha tenido las suficientes experiencias o aprendizajes como para evolucionar. A veces son almas que empiezan su andadura en la Tierra. Otras, son almas especiales en pleno contacto con su espiritualidad.
Un alma joven es alegría, entusiasmo; ganas de vivir y aprender.
No importa la cantidad de veces o vidas en las que se ha reencarnado un alma. Lo realmente importante es la experiencia y el aprendizaje acumulado.
Y tú, ¿cómo te identificas? ¿Eres un alma antigua o todavía estás empezando tu camino?
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