Existen muchas formas de hacer magia, pero ningún sistema es tan antiguo y con tanta repercusión en la actualidad como la Alomancia. Si no habías oído hablar de él es porque no has estado atento, ya que su práctica es lógica y quizás la más creíble a ojos de un escéptico. Te vamos a mostrar qué es y cómo se practica.
Hay dos versiones acerca de la práctica de la Alomancia; la más común es la que consiste en la magia a través de la sal, y otra menos conocida, pero muy poderosa, es la que tiene que ver con los metales. Iremos desgranando las características de ambas.
Alomancia con sal
La Alomancia que tiene que ver con la magia a través de la sal data de la Antigüedad y existen manifestaciones de la misma en muchas civilizaciones primitivas. Cabe destacar que la sal era muy valiosa, y por tanto a través de ella se realizaban hechizos para atraer la buena suerte. Sin embargo, en la actualidad se utiliza para predecir el futuro.
En muchos casos, la combinación de un puñado de sal y un fuego vivo podrá mostrar diferentes efectos; si el fuego chisporrotea es sinómino de buenas noticias, y también suele leerse el humo de la sal consumida por el fuego. En cualquier caso, los especialistas de la Alomancia saben muy bien que la sal es un elemento muy poderoso y que debe ser tratado con mucho respeto al realizar este tipo de ritos.
También se realizan hechizos con sal, de sanación y protección. Es una práctica que actualmente no tiene un gran valor económico ya que la sal es un producto que todos disponemos en nuestras casas, pero debemos ser cautos y dejar que un experto en la materia realice el hechizo que necesitamos, para que sea efectivo.
Con metales
Otra manera de entender la Alomancia es a través de la relación con diferentes metales. También desde hace muchos siglos, magos y hechiceros de muchas tribus utilizaban los metales como fuentes de energía y como recipientes catalizadores portadores de fuerza y magia. Los expertos en estas lindes debían ingerir una disolución de algún metal y, tras esto, el propio metal se manifestaba, en su combustión y el mago o hechicero podía utilizar los poderes del metal.
Existen, por supuesto, ciertos metales complementarios, y aquí te mostraremos los efectos de algunos de los más utilizados para realizar este tipo de ritos. Estos son los metales básicos, por supuesto la práctica de la Alomancia con metales es muy compleja y requiere un profesional de la materia para llevarlo a cabo con éxito.
El estaño potencia la visión, y aquel que quema estaño en su interior tendrá la capacidad de ver en la oscuridad. Por su parte, el peltre mejora la condición física de aquel que lo toma; su equilibrio, velocidad y fuerza aumenta considerablemente. Esto hace que tenga un proceso de curación más rápido.
Un ejemplo de la complementación de los metales es el zinc y el latón; mientras el zinc otorga en quien lo toma el poder de «encender» las emociones de quienes se encuentren a su lado, aquellos que hayan tomado una disolución de latón tendrá la capacidad de aplacar los ánimos y otorgar tranquilidad.
Algo parecido ocurre con la relación entre el hierro y el acero; quienes toman hierro pueden atraer a otros, y los que toman acero tienen la capacidad de empujar en dirección opuesta. El bronce produce en quien ingiere su disolución la capacidad de captar si otro metal ha sido consumido. Y quienes consumen cobre tendrán la potencialidad de esconderse de otros que practiquen la Alomancia y pasar desapercibidos.
Por supuesto estos metales básicos que hemos descrito (estaño, peltre, zinc, latón, hierro, acero, bronce y cobre) no solo se utilizan en la Alomancia para relacionarse con ellos mismos. La práctica de Alomancia puede extrapolarse a la vida diaria de cualquier persona y pueden realizarse ciertos ritos para, por ejemplo, mejorar tu condición física tomando una disolución de peltre, o pasar desapercibido entre la multitud gracias al cobre.
No debe olvidarse que, al tratarse de una práctica donde los elementos naturales son los protagonistas nos encontramos con algunas limitaciones al respecto: en primer lugar, y como es obvio, no todo el mundo es capaz de ingerir la disolución y posteriormente quemar el metal y ver sus efectos. Debe ser alguien que posea ese don. Y su limitación central es que el poder que te otorga la práctica de la Alomancia está indiscutiblemente asociada al metal, y por tanto, sin metal no puede realizarse esta práctica, y en cuanto se acaban los efectos del metal quemado tras la ingesta de la disolución, el efecto desaparece.
Sin duda es una práctica ancestral y muy interesante que permite aumentar ciertas potencialidades momentáneamente. Si quieres saber más, contacta con nosotros.
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