Las personas de cierta edad (los adultos en general), les guste o no aceptarlo, ya son expertas en duelos, pérdidas (económicas o de personas), abandonos y vueltas a empezar. Se debe, básicamente, a que la vida tiene sus vaivenes y nada es para siempre: ni lo bueno ni lo malo. Entonces, si estás en una buena racha, lo más probable es que algo venga a interrumpir tanta felicidad. Por el contrario, si la estás pasando muy mal, la buena noticia es que después de toda tormenta vuelve a salir el sol. Para que se entienda: a cierta altura de la vida, se es especialista en aquello de caerse y volverse a levantar. El problema radica en el hecho de «amigarse» con la tristeza, la nostalgia o la melancolía y aparcar en medio de un túnel oscuro. Ocurre cuando has tocado fondo emocionalmente hablando y no puedes ver la luz ni avanzar hacia la salida de esa encrucijada psicológica en la que te encuentras como perdido.
Lo primero que deberías saber es que no te ocurre solo a ti y que tiene solución. Si crisis es sinónimo de oportunidad, llegar a lo más bajo obliga forzosamente a impulsarse hacia arriba y salir a flote para seguir adelante en lavida. Claro que, en medio de una gran tempestad, es difícil coger ánimo y tener claro que al día siguiente llegará la calma. Sin duda, cuando uno se siente angustiado o depresivo, cuesta mucho salir de la cama o levantarse con optimismo. Lo que prima, en estos casos, es un estado de apatía fenomenal que hace que, aunque «el hombre del tiempo» anuncie buenas condiciones climáticas para mañana, uno sienta el nubarrón sobre su cabeza, y hasta relámpagos en el corazón. Se debe a que anímicamente todo está teñido de negro y es difícil proyectar, pensar en positivo y planear vacaciones en medio de la tormenta. Sientes que, por ello mismo, no avanzas en la vida. Te sientes bloqueado y con pocas o nulas posibilidades de modificar el rumbo de los acontecimientos. De tu vida.
Cuando has tocado fondo lo que debes hacer es comunicarlo y pedir ayuda. ¿Qué significa concretamente? Que el aislamiento no es un buen consejero en estos casos; solo empeora las cosas. Habla con un ser querido o con tu mejor amigo o amiga. No importa si esa persona puede o no comprender lo que le dices, pero descarga toda tu mala energía. Escucharte decir ciertas cosas te ayudará a aclarar las ideas y convencerte de que algo debes hacer para cambiar tu actitud ante lo bueno o malo que te ocurre en la vida. Porque caerse es normal, pero no poder levantarse no lo es. Quedarse apegado a las pérdidas, a sentimientos negativos o a situaciones penosas lo único que provoca es más sufrimiento. Y el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es una elección. No importa qué tan grave sea lo que te haya pasado; debes atravesarlo y dejarlo atrás. Continuar tu camino es un modo de honrar inclusive a las personas que ya no están contigo y, por encima de todo, honrar la vida, que siempre merece el esfuerzo de pretender vivirla en plenitud.
Intenta reordenar tu vida. Procura despejarte haciendo cosas que hace mucho que no haces (y te apasionan) y quedando con gente que hace tiempo no frecuentas. Olvídate de las personas tóxicas o demasiado intensas; reúnete más bien con personas humildes y sencillas. Otra manera de renovar tu energía para destinarla a tu recuperación anímica es apuntarte en una actividad que te permita desconectar. Baile, taller de pintura, grupo de risoterapia, clases de yoga o meditación… No importa de qué se trate. Lo que realmente importa es que te permita olvidarte, al menos por una o dos horas, que tu vida está bloqueada y que no sabes qué hacer para reiniciarla. Toda disciplina o hobby que te desenfoque de tus problemas y te centre en el movimiento, la creatividad y el bienestar, te ayudará a dar el salto que te impulse y te saque del pozo en el que crees haber caído.
Cuando has tocado fondo es preciso que aprendas a cambiar tus pensamientos y a gestionar tus emociones. Para ello, a muchas personas les ayuda apuntar lo que sienten cada día, de modo de tomar consciencia de qué es lo que realmente está impidiendo que la vida fluya y continúe su ritmo. Aunque te parezca un detalle nimio, el hecho de escribir cada noche cuáles fueron tus peores momentos durante la jornada y asociar a ellos determinadas emociones, te ayudará a anticiparte y modificar una situación antes de que un malestar se instale. Ve paso a paso y pide ayuda profesional, de ser necesario. Una terapia puede echarte una mano en estos momentos de extrema vulnerabilidad.
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